sábado, 29 de septiembre de 2012

Ella ( La Muerte)

Mis ojos no reaccionan, mi mente no percibe, 
mi corazón abandona, el mundo se inhibe.
La oscuridad aumenta, la tensión disminuye, 
la vida se esfuma, el corazón no lo impide.
Los sentimientos brotan, la energía llora, 
los rostros pálidos, el alma sola. 
Mi piel se humedece, mi rostro se conforma,
la muerte llega y otra vida aflora.
Mi alma desgarrada, cuerpo inerte,
sentimiento vacío, corazón incandescente.
El adiós me aleja, de mi vida caliente,
familiares queridos, hoy en cuerpo presente.
La luz me llama, mi cuerpo endurecido,
es mi hora querida, desaparezco en el sigilo.
Me despido de ellos, aun sin poder verme,
os quiero familia, amigos, conocidos,..
Allá donde vaya siempre podréis tenerme.


viernes, 28 de septiembre de 2012

Al Cerrar Mis Ojos

     Abro mi mira, la luz otoñal pasa por mi pupila y crea una imagen nítida y bella en mi mente. Nazco en el nuevo día, y mis pensamientos empiezan a resurgir. Te veo, de forma clara y brillante, a pesar de encontrarme en mi frío y adormilado cuarto; empieza a crecer en mi la necesidad de sentir tu sonrisa en mi piel  (la cual me cautiva), empieza a crecer en mi la opresión por sentir tus caricias (piel con piel), empieza a crecer en mi la necesidad de hacerte parte de mis sueños incontrolados. Transcurre mi mañana de una forma lenta y vacía, como cual caracol corriendo por una pradera. Decido hacer sentir mi cuerpo entre las moléculas de oxigeno y el aire puro de la orilla del mar. Me siento, y mientras, permito que las olas me acaricien los dedos de los pies haciendo que mi piel sienta un escalofrío esperanzador con sus miles de poros erizados, imaginando que cuando me besases tendría esa misma pura sensación. Imagino; una tarde cálida y atrevida, en la cual mientras me abrazas, el tímido crepúsculo del atardecer nos acompaña incitándonos a aumentar el calor de nuestra piel unida por el descenso de la temperatura que el mismo provoca. Cedemos al tierno chantaje como cual marionetas del mundo en el que vivimos. De repente, en medio de nuestro abrazo,  siento como una gota fría cae en mi rostro, no se de donde procede, pues no existen nubes. Desperté, todo fue un sueño. Aquella gota me hizo despertar de mi mundo deseado y reencontrarme con los escalofríos que las olas me hacían sentir en mis pies. Levanté la vista, y vi como el sol ya moría. ¿Cuanto tiempo estuve entre tus brazos? Al parecer el día entero se me fue entre sueños y atardeceres, entre caricias y abrazos, entre latidos y besos. Sequé mis pies y entre soñolencias caminaba a casa echando miradas al pasado. Llegué y sentí de nuevo el vacío en mi, fui recorriendo mis antiguos pasos hacia mi cuarto. Me preparé para inundar mi cuerpo de agua  e intentar dejar esa sensación fluirse y alejarse por la gravedad. Inicié el recorrido del agua sobre mi piel y sentí un abrazo cálido por mi espalda que hizo nacer la pasión en mi. Al acabar mi fin, desapareció. Me sequé y volví a sentirlo, como recorría mi piel haciendo lo que yo ya hacía. Al acabar volvió a ocultarse en lo invisible de mis ojos, así que, destapé la cama y me introduje en ella, quedándome boca arriba para pensar en todo lo ocurrido hoy. Al poco tiempo, mis parpados perdieron la batalla al cansancio y fue entonces cuando lo volví a sentir por mi piel y es mas, a volver a verlo. Supe entonces que en esa ocasión se quedaría por mucho más tiempo.